viernes, 27 de agosto de 2021

26 DE AGOSTO

 

La muerte de Don Santiago de Liniers y un puñado de leales

                                                 Fusilamiento de Santiago Liniers

PUBLICADO POR: CÍRCULO TRADICIONALISTA DEL RÍO DE LA PLATA - ARGENTINA 

Agosto 26, 2021-                                     26 de Agosto de 1810. 

La afamada Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires, luego de haber depuesto al Virrey Cisneros desconociendo los mandatos de aquella que se formó en la península ibérica, juró lealtad a Fernando VII y a sus descendientes y envió misivas a los Cabildos de las ciudades del interior del Virreinato del Río de la Plata, a fin de que éstos jurasen obediencia y lealtad al novel gobierno. 

Don Santiago de Liniers y Bremond, último Virrey de Buenos Aires nombrado por el rey de España Carlos IV, en su lealtad y con miras al bien común del Río de la Plata, reconoce como Virrey Legítimo a Don Baltasar Hidalgo Cisneros, quién fuera designado por la Junta de Sevilla en 1809, incluso, a pesar de que varios personajes como el mismo Manuel Belgrano lo instaron a no reconocerlo impugnando la legitimidad de la Junta de Sevilla. 

                                            Panteón de Santiago Liniers y de Don Gutiérrez de la Concha

Ante las noticias que llegaban sobre el gobierno de la Ciudad de la Trinidad, el cual no basaba su constitución en las Instituciones y leyes Indianas, y que también hizo caso omiso a las serias, prudentes y oportunas objeciones del Obispo, Monseñor Benito Lué y Riega, a quién más tarde terminarán envenenando por no reconocer los nuevos gobiernos extraños a las leyes y tradiciones; desde la Provincia de Córdoba del Tucumán, el último Virrey, junto al Teniente Gobernador Don Gutiérrez de la Concha, al Coronel Allende, al secretario Victorino Rodríguez, al tesorero Joaquín Moreno y al Obispo Orellana – quién también será luego perseguido por la revolución – organizaron una contrarrevolución a fin de restablecer la justicia en estas tierras sureñas e indianas del Imperio Español. Su empresa fracasa por falta de adhesiones, desertores y traiciones, aunque se esperaban refuerzos provenientes desde el Perú, pero que no llegarían en principio, hasta fines de Agosto. 

La Junta de Buenos Aires, una vez conocida la negativa del reconocimiento por parte del Cabildo de Córdoba, envía una fuerza militar a órdenes de Balcarce, a fin de reprimir y someter a las autoridades que no reconocían a dicha junta, la cual, paradójicamente, tampoco reconocía a la junta de la península. Por esta razón la junta sólo ordena capturar a los «sediciosos», pero más tarde por unanimidad – excepto el clérigo Alberti – firman la orden de fusilamiento a las autoridades cordobesas que organizaron la contrarrevolución.

Al verse superados en número y no recibir los refuerzos esperados desde el Norte, Liniers y sus compañeros deciden replegarse con los Blandengues que aún tenían hacia el Perú, para reorganizarse y volver a restaurar el gobierno legítimo. En su repliegue, se dividen para desorientar a las fuerzas porteñas, pero son capturados a pocas leguas de la ciudad mediterránea rioplatense.   

Balcarce no se atreve a cumplir las órdenes atroces de la junta de fusilar a tan altas dignidades y traslada a los prisioneros hacia Buenos Aires. Pero Mariano Moreno, enterado de la situación, e indignado, manda nuevamente que se ejecute la orden, y para ello pone al mando de las fuerzas a don Antonio Ocampo y a don Hipólito Vieytes, para que hagan cumplir la sentencia de la Junta. Como nota de color hasta el mismo heterodoxo Deán Funes, opuesto a los contrarrevolucionarios, pide clemencia y es desoído. En el último momento, llega la orden de perdonar la vida al Obispo Orellana, quien en principio también había sido condenado a la pena capital. 

Fue así que, el 26 de Agosto fueron interceptados en Cabeza de Tigre, se les permitió rezar preparándose para un buen morir y recibieron la confesión de Monseñor Orellana y al finalizar, renovaron su juramento de fidelidad al rey Fernando VII. Paradójicamente, según afirma Bernardo Lozier Almazán en su recordada obra sobre el héroe de la Reconquista de Buenos Aires, la Junta los sentenciaba nominalmente, por infidelidad al Rey, pretexto por el que serán finalmente arcabuceados.

Cabe destacar que varios historiadores como el Presbítero Cayetano Bruno entre otros, sostienen que el pelotón de ejecución que comandaba el coronel Domingo French, estaba compuesto por desertores británicos de las invasiones inglesas en 1806 y 1807, pues afirmaban que ningún español – criollo o peninsular – se atrevía a fusilar a tan nobles hombres. 

Si Santiago de Liniers y sus compañeros, hubieran jurado lealtad a la Junta de Buenos Aires, hubieran tenido el perdón de aquella. Hubo incluso intentos, antes de la sentencia, para que cambiase de opinión, y, por ejemplo, su suegro don Martín de Sarratea le escribe una carta pidiendo que mude su lealtad. Ante ello el reconquistador responde entre otras cosas lo siguiente: 

«Padre y Señor Don Martín de Sarratea (…) nadie conoce mejor que Usted que nada es más presuntuoso que la ignorancia. Ahora en cuanto a mi individuo ¿cómo siendo yo un general, un oficial quien en treinta y seis años he acreditado mi fidelidad y amor al soberano, quisiera Usted que en el último tercio de mi vida me cubriera de ignominia quedando indiferente en una causa que es la de mi Rey; que por esta infidencia dejase a mis hijos un nombre hasta el presente intachable, con la nota de traidor?»

En tales palabras Liniers demuestra claramente su posición, sus valores y su Fidelidad al Rey y a las leyes e instituciones indianas, y aún sobre el final de la misiva revelando su fe exclama: «Mi Padre, Aquél que da alimento a las aves del cielo, vigilará por la subsistencia y educación de mis hijos. Donde quiera que se presenten, no se sonrojarán de deberme la vida y si no les dejo riquezas, les dejaré un buen nombre y buenos ejemplos que imitar» y finaliza mostrando su determinación: «Señor, estimaré comunique Usted la presente a cuantos le pregunten por mí, que quiero que todo el mundo conozca mi modo de pensar, en la inteligencia que con el dogal al cuello, ni con la cuchilla en la garganta, desmentiré estos sentimientos». 

Este fue el héroe que venció a los ingleses que habían sometido a Buenos Aires a la ignominia de infidelidad al Rey y que atentaban contra la sagrada Religión. Este fue el héroe que prometió a la Virgen ofrendar las banderas de los herejes invasores y lo cumplió. Este fue el héroe que con la cuchilla en la garganta, no traicionó a Dios, a la Patria y a su Rey. 

En relación a su lealtad, y a su juicio sobre el accionar de la junta, Liniers sentenció severamente:

«Será necesario considerar como rebeldes a los causantes de tanta inquietud. Como militar estoy pronto a cumplir con mi deber. Y me ofrezco desde ya a organizar las fuerzas necesarias. La conducta de los de Buenos Aires con la madre patria, en la que se halla debido el atroz usurpador Bonaparte, es igual a la de un hijo que viendo a su padre enfermo, pero de un mal del que probablemente se salvaría, lo asesina en la cama para heredarlo».

Su accionar durante la Reconquista y Defensa de Buenos Aires le valió el título nobiliario de Conde de Buenos Aires, el cual sus descendientes pidieron que sea trocado por el de Conde de la Lealtad, para honrar de esa manera su buen morir. 

Su conducta no tuvo los grandes honores inmediatos que hubiera merecido en la tierra a la cual le dio tanta gloria, aunque sí un reconocimiento tardío. Pasado medio siglo de sus muertes, por pedido de los descendientes de Liniers y Gutiérrez de la Concha radicados en Europa, los restos de los cinco fidelistas, fueron trasladados al Panteón de los Marinos Ilustres en San Fernando, España. 

En virtud de justicia, el monumento que cubre sus restos mortales, está coronado por una representación a la Virtud Teologal de la Fe. Virtud de la cual supieron dar muestra en vida, y también en momento más extremo, ante la muerte, dejando así un ejemplo de hombres leales y cabales, que no supieron seguir otras banderas que las de su Rey, ni otras máximas que las de la Religión. 

Asimismo, en su monumento, sus hijos hicieron escribir en voto de honra, una elocuente frase que describe muy sintética pero precisamente a estos grandes jefes, y sus leales compañeros:

«Vencedores juntos en la Gloriosa Reconquista de Buenos Aires (1806/1807), dieron también juntos la vida por España el 26 de Agosto de 1810. Sus respectivos hijos le dedican este monumento en 1863».

Pidamos a Dios que el ejemplo de Liniers y sus leales camaradas, sean un Faro que no se apague jamás y que su ejemplo, nos inste a los rioplatenses, ante los tiempos aciagos que vivimos, a seguir su derrotero en la victoria del combate bajo el amparo de la Virgen María, o en el martirio por la Fe y la lealtad, según sean los designios del Señor. 

Carlos Joaquín del Corazón de Jesús Ferri Rodríguez, Círculo Tradicionalista del Río de la Plata. 

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LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR SANTIAGO DE LINIERS.LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR

Domingo 26 de agosto de 1810: En el paraje denominado Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, Córdoba, un pelotón de soldados ingleses fusila al General Santiago de Liniers, Héroe de la Reconquista y la Defensa, Conde y Virrey de Buenos Aires.

El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (1755-1828), fue la cabeza visible del triángulo cuyos vértices estarían apoyados en los comerciantes usureros de la City en Londres, sus operadores españoles en Cádiz y los mercachifles arrastracueros del puerto de Buenos Aires. Esta triangulación, consecuencia de Utrech, formada de 1714 en adelante por Incalaperra junto con una decena más montadas en Hispanoamérica, se dedicaban con fervor al contrabando de fruslerías, el saqueo de la corambre de las vaquerías y el fabuloso robo de la plata del Potosí. Ya habían tenido su acto cumbre en las invasiones de la Incalaperra en 1806 y 1807. Porque es bueno decirlo, para aquellos hechos dolorosos, los ingleses no vinieron: los mandaron a llamar que es muy distinto.

Cisneros había llegado a Buenos Aires con instrucciones de invitar, muy diplomáticamente, para que Liniers regresase a España. Los buhoneros manilargos del puerto se habían dado cuenta que nada se podría hacer, de lo que después se hizo (más de 40 firmas inglesas operando en Buenos Aires y con casas matrices en Londres), con un Liniers en la ciudad. Entonces presionaron sobre los de Cádiz, lupanar de la masonería, para que éstos, a su vez, lo hiciesen sobre la Junta (que les debía plata a todos), designando como Virrey a un hombre “educado y culto” (como querría después Rivadavia) que, a su vez, tendría la misión de sacarse de encima a Liniers, dejándole el campo orégano al hatajo. Es la versión remozada y rioplatense del cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones (aunque aquí eran mucho más de cuarenta por el proceso inflacionario).


Con la misma ternura diplomática con que le pidieron que se vaya, don Santiago, que ya había cumplido sus 57 años, les pidió para quedarse. Una contrariedad en los planes de la gavilla. Entonces Cisneros le hace jurar a Liniers la promesa de no inmiscuirse en los asuntos públicos, y lo obliga a retirarse a un lugar distante del epicentro de los negocios: Buenos Aires. Digamos que una cosa por otra: en lugar de desterrarlo lo internaron, como se decía en aquellas épocas. Pero con el mismo efecto: mantenerlo alejado “del progreso”. Aunque con un poco de suerte, se podría morir en el olvido.


Este juramento del Héroe de la Defensa y Reconquista, con treinta años de nobles servicios a España sin interrupciones, es de donde se han prendido los historiadores del Régimen Perverso con sus ataques de moralina, para decir que Liniers recibió lo que se merecía por quebrantar un juramento. Y, ¿qué validez tiene un juramento hecho ante esta versión remozada de Pilatos? La misma validez que tiene la palabra devaluada del canalla que lo pide. 


Liniers se trasladó a Córdoba donde compró una finca cercana a la localidad de Alta Gracia. Los sucesos ocurridos en Buenos Aires el viernes 25 de mayo (fruto de la tenida del 24 a la noche), llegaron a Córdoba el lunes 4 de junio. Entonces el Gobernador Intendente, Capitán de Navío Gutiérrez de la Concha, quien fuera jefe de le escuadrilla que transportó desde Colonia hasta el Arroyo Las Conchas al ejército de Liniers para la Reconquista, se declara opositor al pronunciamiento de Buenos Aires y arrastró tras de sí al Cabildo de Córdoba, creándose el 6 de junio, ante la emergencia, una Junta Consultiva.


Para constituir esta Junta, Gutiérrez de la Concha le pide a Liniers que se sume, como ciudadano respetable y persona de honda raigambre popular, junto con el Obispo Orellana, el oidor Victoriano Rodríguez, el deán de la Catedral, Gregorio Funes y el tesorero de la hacienda pública, señor Moreno.


Hasta aquí, aunque a los tumbos, estoy conteste con los historiadores vernáculos, tanto del Régimen como no pocos militantes del revisionismo histórico. Porque a partir de esta situación cada uno de éstos va dando su versión: que Liniers fue un traidor; otros que un líder desertor; que cometió muchos errores; que no escuchó las súplicas que le hicieran por carta Saavedra y Belgrano, e incluso su suegro Martín de Sarratea; que quiso reivindicarse ante la opinión pública de aquel incidente con el enviado de Napoleón, el Marqués de Sassenay (10 de agosto de 1808); que era un agente napoleónico en Buenos Aires y, otros muchos, que Liniers fue una mezcla de todo esto.


Confieso humildemente al lector que yo también me tragué estos sapos. Algunos crudos y otros vuelta y vuelta en la sartén con ajo y cebollas. Porque si esto escriben nuestros historiadores, cuya mayoría escribe para facturar, seguramente no es cierto o por lo menos es motivo de revisión o de crítica histórica, si prefiere el lector.


Liniers no fue un traidor, porque nunca comulgó con otra ideología que no sea su lealtad a la Corona Española por la que terminó dando la vida; consecuentemente tampoco fue desertor porque nunca estuvo adscrito a los complotados que había producido el 25 de mayo; el único error cometido por Liniers fue el de dormir con el enemigo: creerse que Cisneros era un virrey y no el cabecilla de un grupo de quincalleros asociado a los ingleses; de las súplicas que le hiciera Belgrano mejor no hablar: don Manuel (¡Oh, cuántas tiene en el debe el bueno de don Manuel!), ya había hecho los borradores extremistas que servirían de base para que el terrorista Mariano Moreno hiciese el Plano de Operaciones (dado como secreto el 30 de agosto, según la copia en mi poder); las actitudes de Liniers, respecto al Marqués de Sassenay, fueron suficientemente claras, y la prisión que sufrió el enviado de Napoleón a manos de Elío fue injusta, prueba de ello es que al ser remitido a Cádiz fue puesto de inmediato en libertad en aquella ciudad y a Liniers jamás se lo molestó para preguntarle nada; etc.


Ahora bien: ¿por qué Liniers –se preguntará el lector-, se opone a la Junta de Buenos Aires, acompañado de insignes patriotas y leales servidores públicos, cuando le hubiese sido más fácil aceptar el hecho consumado? Simplemente porque Liniers, como antiguo vecino de la ciudad, aparte de haber sido su Virrey, conocía perfectamente a cada uno de los integrantes de aquella Junta, lo que ellos representaban y quiénes movían los hilos de estas marionetas. Aquellos no representaban, precisamente, los intereses del pueblo, del rey ni de su virreinato. Y si no me creen vean lo que sigue: 


Miguel Azcuénaga, militar, masón recalcitrante de los tiempos de Cabello y Meza, relacionado con las familias más ricas de Buenos Aires en los inicios del siglo, terrateniente y comerciante, fue el garante ante la burguesía porteña y los intereses de la Incalaperra, de las finanzas de la Junta de Gobierno. 


Manuel Alberti, sacerdote, masón, con rico patrimonio personal, parte heredado de sus padres y parte de lo que él había hecho con sus negocios clandestinos; intervino en las reuniones conspirativas en la casa de Nicolás Rodríguez Peña (espía, masón, asalariado de Su Majestad Británica hasta su muerte); ingresó a la Junta como representante del clero criollo y como defensor de los bienes eclesiásticos (y de los suyos desde luego). 


Domingo Matheu, comerciante catalán afincado en Buenos Aires, con conexiones internacionales en Europa y, particularmente en Cádiz, sostenedor de las ideas del libre comercio (recargando con un 300% las bagatelas inglesas), fue como tal el representante de los comerciantes de Buenos Aires (los que, mayoritariamente, eran ladrones y contrabandistas). Fue el garante ante la Junta de los comerciantes de la plaza de Cádiz (uno de los vértices del triángulo). 


Juan Larrea, catalán como el anterior, comerciante de los llamados frutos del país y también armador, estaba seriamente comprometido con los grupos ingleses a los que siempre fue obediente. Es considerado como el banquero de la Junta de Mayo.


Juan José Paso, abogado, amigo íntimo de Moreno, vinculado a los intereses ingleses en el Río de la Plata. Este personaje es todo un misterio: ¡permaneció en el gobierno desde mayo de 1810 hasta la llegada de Rosas que lo echó! Poco o nada se sabe de su vida porque todos sus papeles públicos y privados han desaparecido cuidadosamente. Pero en verdad: no se sabe por qué fue incluido en la Junta, quedando solamente en pie sus vinculaciones con los comerciantes británicos. 


Mariano Moreno, abogado (el ausente durante las invasiones inglesas y el mudo del Cabildo del 22 de Mayo), representó a los intereses ingleses, con la habilidad de presentarlos como españoles. Carlos Roberts lo llama excelente abogado del comercio inglés y abogado de última hora. El acercamiento ideológico con Castelli (primo de Belgrano), proviene de que ambos eran abogados de los ingleses en el Río de la Plata. Moreno se destacó en la ignominia que se llamó Representación de los Hacendados (en 1809, con patrocinio del Virrey Cisneros donde hizo el papel de chancho rengo), y Castelli en varias defensas de comerciantes ingleses sorprendidos en el delito de contrabando o en el quebrantamiento de leyes consagradas. Cuando Moreno envía a Castelli al norte como comisario político, se quedó con el partido de él en Buenos Aires, y lo superó en los planteos de libre comercio a favor de los buques de bandera inglesa. 


Manuel Belgrano, abogado y economista aficionado, con amplias y fuertes vinculaciones con comerciantes del Paraguay y ganaderos del Uruguay. Esta es la causa de la aparición, de la noche a la mañana, del Belgrano militar en la campaña al Paraguay y su posterior traslado a la Banda Oriental, cuando en realidad se había destacado como abogado y economista. Se sabe que Belgrano redactó la introducción y confeccionó el boceto del Plano de Operaciones citado más arriba. Moreno al componerlo, respetó la introducción belgraniana y, en línea generales, su proyecto, aderezándolo luego con sus crueldades propias de Caracalla. Pero don Manuel conoció el documento: a esto no hay quien lo niegue, como se sabe que no abrió la boca para oponerse ante semejantes barbaridades. El documento, encontrado por casualidad en Sevilla por don Eduardo Madero a fines del Siglo XIX, está redactado en tono canallesco, subversivo y terrorista: después me vienen a hablar del Proceso de Reorganización Nacional que es un bebé de pecho al lado de don Mariano y de don Manuel, ¡que son próceres indiscutidos! 


Dios Santísimo: ¿para qué me haces conocer estas cosas? ¿Acaso yo no sería más feliz de otra forma? Pero: hágase Tu Voluntad y no la mía. Prosigo entonces. 


Llegado a esta altura, le pregunto al lector: ¿y usted que hubiese hecho? ¿Tal vez adherirse a esta Junta, o haría lo que hizo Liniers, después Artigas y finalmente Alzaga? Diga usted. Porque después de todo lo que hizo el Cabildo de Buenos Aires fue tomar la decisión de crear una Junta municipal de gobierno. Le correspondía luego invitar a las demás provincias hermanas a un congreso revolucionario para lo cual, cada una de ellas, debía dar, como requisito previo, un golpe político como el de Buenos Aires. De esta manera la Primera Junta hubiese sido nada más que una promotora de la revolución nacional. Esta actitud de Buenos Aires de arrasar con las autonomías provinciales y municipales se repetiría constantemente, se reflejaría en la Constitución Nacional y se puede ver hoy en día, donde los Gobernadores, pero fundamentalmente los Intendentes Municipales (donde reside la auténtica soberanía popular), son felpudos del gobierno central. 


Desbandada la tropa de Liniers y Gutiérrez de la Concha al primer amague, siguieron los dos fugitivos con sus amigos, sin una escolta que les brinde protección, y se refugian en Villa del Chañar, a unas 50 leguas de Córdoba. Allí los alcanza y detiene el Capitán José María Urien, que los venía rastreando, quien comete la arbitrariedad de tratarlos con todas las brutalidades que uno se puede imaginar, incluidos los azotes. La Pasión de don Santiago de Liniers había comenzado en manos de los esbirros del Robespierre porteño, Mariano Moreno: el que en la noche del 25 de Mayo lloraba sentado en las escaleras del Cabildo por las represalias que habría de tomar el rey contra ellos a su regreso “por majaderos”. Esta es la verdadera causa de su misterioso viaje a Inglaterra que dijeron lo hacía en misión diplomática: le aterrorizaba la idea del regreso del rey. En verdad fue un exilio disfrazado con misterios, como su muerte que resultó de un fecaloma: hacía una semana que no iba de vientre y el capitán inglés le suministró un purgante fenomenal. Una hora después estaba con una peritonitis y se fue por la avenida ancha sin semáforos. Pero volvió reencarnado en los periodistas que tenemos que lo han tomado por apóstol. 


Detenidos los cabecillas del desacato, debería corresponderse con el final de este triste capítulo de nuestra historia. Pero no fue así, porque es realmente aquí donde comenzó. Porque, ¿qué hacer con Liniers, el Gobernador Gutiérrez y el manojo de amigos encadenados? A Córdoba no los podían regresar, porque muchos de los soldados patricios que formaban los regimientos a las órdenes del Coronel José Antonio González Balcarce admiraban y amaban a Liniers y a Gutiérrez por haber luchado codo a codo con ellos en las jornadas de 1806 y 1807. Algo parecido ocurriría con la población civil, memoriosa del trato paternal y deferente de Liniers durante su virreinato. 


Entonces, ¿qué tenemos por aquí? Tenemos un problema insoluble a nivel de dirigentes. El mismo problema que se les repetiría con Artigas, Alzaga, Dorrego, don Juan Manuel y, si el lector quiere, el de Perón: su inmensa popularidad. ¿Qué hacer con un tipo que supuestamente hace lo que no debe hacer y sin embargo goza de abrumadora popularidad? La respuesta no está en los manuales liberales, ni en las películas de Hollywood de yanquilandia, donde el derrocado es un tiranuelo de cuarta. ¿Qué hay que hacer con un tipo en cuya contra se han ensayado todas las argucias y todas ellas, de a una, han ido fallado? A este tipo hay que matarlo, porque la popularidad para los liberales es un bien peligrosísimo. A Liniers y Dorrego, El Coronel Arrabalero, les costó la vida. El Restaurador se les escapó con un hilo de la pata. Y Perón se salvó de milagro, si se tienen en cuenta desde bombardeos hasta una docena de atentados, comenzando por el de Villa Rica en Paraguay. 


En verdad la Junta municipal de Buenos Aires, vulgo llamada Primera Junta, ha pensado en el destierro, medida que se le aplicó al compinche Cisneros con todo éxito, pero que con don Santiago sería un fracaso. Alguien ha madurado en hacerlo desaparecer, pero es imposible porque ya todo el mundo sabe que está en manos de sus captores. Reverdece entonces la idea de asesinarlo, pero cómo. Envenenarlo sería muy evidente. A un iluminado de la caterva se le ocurre simular un malón de indios que atacarían la caravana y lo asesinarían sin misericordia. En los alrededores de Buenos Aires hay muchos indígenas que por una damajuana de aguardiente serían capaces de despellejar a su madre. Pero ocurre que a ¡don Santiago de Liniers también lo quieren los indios porque ha sido muy compasivo con ellos! Entonces, si una salida “culta y educada”, resuelven matarlo ellos mismos. Fusilando de esta manera se cargarían de poder coercitivo, desalentando resistencias latentes: digamos que a lo Valle, Cogorno e Ibazeta el 9 de junio de 1956. 


Llega a Córdoba el decreto para la ejecución. La población recibe la noticia con claras muestras de disgusto. El Coronel Balcarce y el gobernador interino nombrado por la Junta, que fue Juan Martín de Pueyrredón, se enteran que el Regimiento de Patricios, alojado en la casa de Ejercicios Espirituales, se está por sublevar para rescatar a Liniers. Les cierran todas las puertas y les colocan tres regimientos a su alrededor para que nadie salga ni entre. Unas 100 religiosas y religiosos que allí prestan servicios padecen la cuarentena, aunque son completamente inocentes: es la primera herejía de las muchas que luego harían en el Alto Perú contra la Santa Religión. Ortiz de Ocampo hace como Pilatos: se lava las manos y decide remitir al prisionero a Buenos Aires. En realidad le tiene miedo a la pueblada y algunos regimientos que no le han querido rendir honores. 


La Junta se entera de esto y resuelve que Liniers no debe entrar en Buenos Aires. Para ello acuerdan que Castelli y French, con algunos efectivos del Regimiento Estrella, salgan al encuentro de la columna y fusilen a Liniers donde lo encuentren. Sin embargo aparecen otros problemas, aparte del cáncer de lengua que lo tiene mal a Castelli, los soldados del Estrella ponen las cosas en claro: ellos acompañan pero no fusilarán a Liniers. Los comisionados alcanzan la columna que viene de Córdoba en Cabeza de Tigre, una posta a la altura de Cruz Alta. Allí los espera otro frentazo: los soldados de la escolta que traía a Liniers, también se niegan a fusilarlo. ¡Estos negros de mierda, siempre creando problemas! No, si es como decía Sarmiento: es una raza maldita. Porque no habían nacido debajo de una higuera como él. 


Pero alguien había sido más previsor que todos estos complotados para asesinar. En Córdoba vivían desde hacía unos dos o tres años un número considerable de soldados ingleses que fueron internados después del escabroso asunto de Luján. Algunos tenían chacra, familia y otros se habían afincado definitivamente. Alguien los habló y ellos aceptaron fusilar gustosamente a Liniers, el autor de su derrota, su prisión, su internación y su vergüenza. Y previendo que pasaría lo que pasó los llevaban a la cola de la columna. 


Y así fue como en la mañana del 26 de agosto, el mes de la Gloriosa Reconquista, de 1810, una docena de soldados de su Graciosa Majestad Británica fusilaron a don Santiago de Liniers, cubierto de sangre por los castigos y cinco de sus compañeros todos malheridos. El tiro de gracia se lo dio French, el cartero de Buenos Aires, devenido ahora en Teniente Coronel de la noche a la mañana, el que fuera enlace entre las logias masónicas montadas por Rodríguez Peña y el cura Agüero. En las ropas de Liniers se encontró su despacho como Virrey firmado por el rey, que Castelli ordenó quemar: estaba el papel tinto en sangre. 


A esto último lo descubrió el historiador Julio Lafont al que por poco lo matan. Pero jamás pudieron desmentirlo, hasta el día de hoy porque está muy bien documentado. Al resto, que no es de Lafont, los invito a los historiadores a que me desmientan. Pero, ¡cuidado!, porque a lo mejor no me callo de cosas que aquí he callado.


PADRE FOSSA
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ALGO SOBRE LINIERS

NUEVOS DATOS PARA SU BIOGRAFIA

DOCUMENTOS INTERESANTES

En el mes de mayo de 1912. "La Nación" de Buenos Aires trajo una interesante carta del Sr. Enrique R. Guiñazú, dirigida al señor P. Groussac, erudito historiador de Liniers, en la cual le hacía algunas observaciones al mismo acerca del título nobiliario que la Corona de España otorgara al desgraciado virrey. De esa carta se deducía que las inexactitudes de P. Groussac son varias acerca de si era Liniers "Conde de Buenos Aires", o "Conde de la Lealtad".

Esto me movió a hojear la biografía escrita por P. Groussac para constatar cómo salvaba el historiador la "laguna" que se encuentra en todas las biografías del virrey, desde 18IO (año del fusilamiento) hasta 1862 en que aparece el gobierno español reclamando sus restos que estaban depositados en el cementerio parroquial de esta ciudad de Paraná. y. constaté que Groussac NOTA DE LA DIRECCIÓN.-La documentación que nos ofrece nuestro distinguido colaborador el Sr. Poyet, concuerda, casi absolutamente, con el relato contenido en los artículos que el Sr. Angel Justiníano Carranza publicó en los números de junio a octubre de 1899 de la Revista Nacional, sobre «La ejecución de Liniers y sus compañeros».

Los estudiosos de la historia argentina apreciarán el valor de estos. documentos, que unidos a los relatos del Sr. Carranza deben de constituir la información más completa y precisa que pueda obtenerse sobre el episodio histórico. a que se refieren .no había sido más feliz y fiel que sus predecesores en la historia de Liniers y sus compañeros. Hay un gran vacío de 52 años

(1810-1862) que no llenan, con ningún documento, los historiadores del país; quienes no han sabido cómo se encontraban los restos de los fusilados en Cabeza del Tigre, en el cementerio de esta ciudad. Groussac se contenta con decir: "Al fin, en 1861, un fortuito hallazgo hizo dar con los restos, que fueron exhumados y confundidos esta vez para siempre, depositados provisoriamente en un sepulcro del Paraná. El cónsul de España los reclamó en nombre de su gobierno ..... "

No hay tal; el hallazgo no fue tan "fortuito", corno se verá más abajo. Como así mismo que algunas fechas que trae el señor Groussac no coinciden con los documentos originales que tengo  a la vista.

Estas observaciones, y los documentos que vienen más abajo, los publiqué en el diario local "La Acción", en sus números correspondientes al 11 de mayo de 1912. Con el fin de que ellos sean más conocidos aun - en todo el país - dada la importancia que tienen, me ha parecido oportuna su reproducción en esta erudita revista.

La creencia general en el país ha sido que los restos de Liniers y sus compañeros, se han perdido para siempre en las soledades de "Cabeza de Tigre"; y pocas son las personas que saben que estuvieron .en el cementerio parroquial 'de Paraná, en el panteón del general Galán, y que de aquí se trasladaron a España, encontrándose actualmente en el panteón de marinos ilustres de San Carlos, cerca de Cádiz, Pero más raras son las personas que de Córdoba y las formalidades que se llenaron para ese acto, y su traslado a Paraná.

Prueba de ello, entre otras, san las siguientes hermosas frases de un erudito y elocuente orador sagrado de Buenos Aires: Buenos Aires! oh! madre, patria mía! Bien estaba yo temiendo hacer una mención directa de ese invicto General (se refiere a Liniers), pues comprendía que. no me sería posible recordarle sin un profundo dolor y sin volverme a vos respetuosamente para preguntaros: ¿Dónde está? decidme, madre mía ¿dónde está el héroe de las inolvidables jornadas del 12 de agosto de 1806 y del 5 de julio de 1807? ¿Qué hicisteis de él? ¿Dónde le habéis guardado?. Por lo menos indicadme su tumba, que yo deseo en este día cubrirla con algunas flores aunque indignas, por ser mías, de sus. merecimientos inmensos. Contestadme, pues: ¿dónde está su sepulcro? . .. ¡Oh! él debe distinguirse, sin duda, por sus preciosos mármoles y elocuentes inscripciones.... ¡Ah! No me respondéis porque vos misma no sabéis qué se han hecho esas

.... Ay! tal vez se las han llevado los vientos y las han confundido con las cenizas de hombres vulgares y quizá con las de los malvados  . " Madre, patria mía, si cuando os incorporabais para nivelaros con los pueblos libres, el señor de Liniers era un estorbo…hubiérasle desarmado; hubierais construido en seguida un castillo de oro, y allí con cadenas de flores le hubierais aprisionado.

. .. Pero jamás debisteis ni pudisteis por fin, ¡Dios mío! N e remeniscoris delicta nostra vel parent1l 1nostrorum

No hagáis memoria, Señor, de los yerros de nuestros padres, ni queráis tomar venganza de nuestros extravíos! ... "

 Con el fin de salvar del olvido una página de la historia patria me puse en campaña para dar con los documentos necesarios, lo que conseguí, felizmente, encontrándolos en el archivo del Obispado de Paraná.

En 1861, el gobierno de la. Confederación Argentina, cuya capital estaba en esta ciudad, ordenó la exhumación de Liniers en Cruz Alta) para lo cual se trasladó a esa población, de la provincia de Córdoba, el mayor don Felipe Salas para recabar en nombre del presidente de la República, la entrega de los restos «Panegíricos y discursos», Fr. Ventura Martínez, pág. 16.del virrey y sus cuatro compañeros. Del resultado de su cometido informa la siguiente acta que copio textualmente: "El comandante militar del pueblo y fuerte de Cruz Alta. Habiendo dispuesto S. E. el señor presidente de la República la exhumación de los restos de los señores ex-virrey don Santiago Liniers, ex-gobernador de Córdoba don Juan Concha, ex-oidor fiscal doctor don Victorino Rodríguez, coronel don Santiago Allende, y ex tesorero don Moreno, fusilados y sepultados a inmediaciones de este pueblo, fue llamado el vecino don Pascual Almirón, de edad de setenta y dos años y que presenció la ejecución, residente actualmente en esta villa, que asistió a la inhumación de dichos S. S. quien dijo: no podía determinar con exactitud dónde fueron sepultados sino aproximadamente como lo hizo: que la fosa no pudo contener en su superficie los cinco cadáveres, y sí sólo tres encima de los cuales se colocaron dos atravesados; y que no conocía a ninguno de ellos. Habiéndose hecho varias excavaciones, en distintas direcciones, por medio de ·las cuales se  encontró el grupo de los cinco cadáveres, con la misma colocación indicada por el expresado Almirón. Los esqueletos no se pudieron mover sin deshacerse. Se encontraron en la fosa diez suelas de botas o zapatos, y dos botones, en uno de los cuales se percibe bien una o corona en relieve. Estos esqueletos, como los demás objetos encontrados, han sido depositados en una caja sellada y lacrada en sus cuatro costados con el sello que va al margen, y cuya llave se entregó al Sr. mayor don Felipe Sajas, comisionado por S. E-. para conducirlo a la capital provisoria de la República. En fe de todo ello firmamos la presente acta en este pueblo y fuerte de la Cruz Alta, a veinte y cinco dé marzo de mil ochocientos sesenta y uno. - Lorenzo Rivarola, Octavio de la Barra, Urbano Virto, A ruego de Pascual Almirón el R. P. Fray Isidro Anselmi, cura vicario interino del Curato Unión; FelipeAraya, Reyes Araya, Felipe Salas."

Los restos en Poroná.

Esos restos fueron trasladados hasta la ciudad de Rosario de Santa Fe y ahí embarcados en el buque de guerra español "Covadonga" que los trajo hasta Paraná. Según informes de viejos vecinos de esta ciudad, de nuestro puerto fueron llevados hasta el cementerio parroquial y depositados con honores militares -hechos por una fuerza armada del citado buque- en el panteón de la familia del general Galán. A ese acto acudió todo el pueblo atraído por la novedad, El panteón citado, existe aún en relativo buen estado, como puede verse.

Poco tiempo después, el señor Joaquín Fillol solicitó, en nombre de la reina Isabel Il, del gobierno de la confederación la entrega de esos restos. Con motivo de esas gestiones el ministerio general de Entre Ríos (con fecha r8 de julio de r862) pasó nota, firmada por José M. Domínguez, al jefe político de Paraná pidiéndole en nombre del encargado del P. Ejecutivo Nacional, "para que no ponga impedimento alguno a la exhumación y traslación de los mencionados restos".

Como el cementerio dependía de la autoridad eclesiástica, el jefe de policía de Paraná, con fecha 28 de julio de, r862, y al día siguiente el señor cónsul Fillol, se dirigieron por nota al señor gobernador eclesiástico del obispado de Paraná doctor José María Velazco, pidiendo se les permitiera la exhumación de los restos, "los que, según la voluntad de mi Augusta Soberana deben pasar a la Península para rendirles los honores debidos a su rango, recibiendo por premio a su virtud y patriotismo, y como buenos y leales, con un monumento que perpetúe su memoria". (Párrafo de la: nota de Fillol).

El gobernador eclesiástico (por ausencia del prelado diocesano) en atenta nota del 29 de julio, accedió gustoso al pedido; por lo cual se procedió a la exhumación del cementerio de Paraná de los mencionados restos, como lo atestigua la siguiente acta: Con fecha treinta y uno de julio de mil ochocientos sesenta y dos, se constituyó en el cementerio público de esta ciudad S. S. el señor canónigo don José María Velasco, gobernador eclesiástico de la misma. y con la asistencia de los señores canónigos, prebendados y cura. párroco de esta iglesia catedral practicadas las ceremonias del Ritual Romano, y cantado un solemne responso, hizo formal entrega de la urna cineraria que contenía los restos mortales de los señores Liniers, Concha, Rodríguez, Allende y Moreno, al señor encargado "ad hoc" por el gobierno de su M. C. don Joaquín Fillol, quien, después de cerciorarse que aquella y n0 otra era la que los contenía, se recibió de ella, poniéndola bajo su inmediata responsabilidad, y conduciéndola, con el aparato religioso conveniente, al puerto de Paraná, en el cual se embarcó la referida urna cineraria por disposición del señor encargado "ad hoc", en un vapor preparado al efecto. Fueron presentes a este acto muchas personas, entre otras y como testigos los señores coronel don Gerónimo Espejo, don Manuel Martínez. Fontes, secretario de la jefatura política, y don Felipe Baucis; con lo que, mandando S. S. el señor gobernador eclesiástico se estampase el acta en el libro de defunciones para que extraigan de ella los testimonios convenientes, se terminó el acto que firma S. S. canónigo el notario mayor eclesiástico, de que doy fe. José M. Velaseo Gobernador Ecco. Ante mí: Domingo Baluquera. Notario Mayor Ecco." Sirva lo acá expuesto y trascrito como un modesto grano de arena que trato de aportar para completar la obra patriótica de la historia nacional.  

CLAUDIO POYET.  Paraná, 16 de mayo de 1915.

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FINAL DEL SERMÓN DEL PADRE VENTURA MARTÍNEZ, EL 5.7.1872, EN MEMORIA DE AQUELLA GLORIOSA JORNADA


“ ESOS SON, HIJOS MÍOS, LOS TROFEOS QUE NOS RECUERDAN EL TRIUNFO QUE ALCANZÓ UN DÍA BUENOS AIRES CON EL AUXILIO DE MARÍA SANTÍSIMA, SOBRE UNA NACIÓN POTENTE Y AGUERRIDA, QUE PRETENDIÓ DEJARNOS  SIN RELIGIÓN , SIN PATRIA Y SIN LIBERTAD Y ES POR ESTO, HIJOS MÍOS, QUE SI HOY TENEMOS LIBERTAD, RELIGIÓN Y PATRIA, LO DEBEMOS A MARÍA”  GLORIA TIBI DOMINE QUI NATUS EST DE VIRGINE”

Pero el hombre se alejó de María y la Albion lo logró finalmente, y ha perdido Religión, Patria, Familia  y Libertad.

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                ORACIÓN POR LA RECONQUISTA DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA

   SEÑOR, hay muchos motivos para que estés enojado con este pueblo, porque en esta Patria que nació cristiana, porque en esta Patria que lleva en su Bandera los colores del manto de la Virgen, son muchos los que te ignoran y vuelven las espaldas a Cristo. Son muchos incluso los que blasfeman y ensucian las cosas más nobles y más santas.

    SEÑOR, a pesar de eso, a pesar de que en esta Patria hoy reina la mentira, a pesar de todas las traiciones, las cobardías y las injusticias, a pesar de que Cristo ha sido expulsado de la escuela, de la universidad y de los gobiernos, a pesar de la inmundicia y los escándalos que corrompen nuestra cultura, y a pesar de que se quiere destruir a la familia, a pesar de que no se valora el trabajo de los argentinos, sino la especulación, la usura, y los intereses del imperialismo internacional del dinero, a pesar de todo Señor; acuérdate de nosotros que imploramos tu auxilio y protección.

     SEÑOR TEN PIEDAD DE ESTA PATRIA. No mires nuestros pecados ni nuestras debilidades, que son muchos, sino especialmente el sacrificio de aquellos que amaron y murieron durante la RECONQUISTA Y DEFENSA de Buenos Aires, en la Epopeya de 1806 y 1807, así como en todas las guerras en defensa de la SOBERANÍA NACIONAL para que la Argentina se constituya y mantenga como una NACIÓN LIBRE e INDEPENDIENTE de cualquier forma de dominación. 

    SEÑOR, considera los méritos de los generales Belgrano y San Martín, fundadores de la Nación Argentina, que pusieron en las manos de Tu Madre, Nuestra Señora del Carmen y de la Merced, sus Bastones de Mando de los Ejércitos del Norte y de los Andes, y la proclamaron Generala de la Patria, para que cuando el clarín llame a la reunión para la NUEVA RECONQUISTA sea escuchado y obedecido por los mejores argentinos. 

    SEÑOR, acuérdate de esta Argentina donde Tu Madre un día en su imagen de la Virgen de Luján quiso detener milagrosamente las carretas para quedarse en ella y para ser nuestra Madre del Cielo.

    SEÑOR, por intercesión de la Virgen de Luján y de Nuestra Señora del SANTÍSIMO ROSARIO DE LA RECONQUISTA, nuestra Madre del Cielo, escucha esta oración por la RECONQUISTA DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA.

 

¡Oh María Madre, se la salvación de tu pueblo!
Nos has llamado a formar en tus Unidades.
Seremos fieles y aguerridos soldados tuyos.
Combatir bajo tu bandera es hacer temblar al enemigo.
Él teme la Majestad de tu mirada y el vigor de tu brazo.
¡Oh María Madre, sé la salvación de tu pueblo!

Tomada de: Patria Argentina